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lunes, 28 de febrero de 2011

Un consuelo...al fin y al cabo


"(...)Independientemente de si logras lo que te habías propuesto, cuando dedicas años de trabajo a algo y es publicado y se hunde bajo las olas, es frustrante. Pero ya sabes, alguien lo oye, consigue lo que has hecho. Nunca se pierde por completo. Simplemente no vende millones."

PAUL SIMON

Lo leímos aquí

jueves, 17 de febrero de 2011

¡Sorpresa!


Desde que mi mundo es mundo, la radio ha sido una habitante más de mi casa. "Radio 5, todo noticias", "Hoy por hoy", "La ventana", "Carrusel deportivo"... Me despertaba tarareando radionacionaldeespañaradiocinco y me acostaba repitiendo "ra, ra, ra, el Lobito está jugando". Dediqué canciones en "Océano Pacífico" -no os riáis, éramos jóvenes y felices-, grabé cintas con los éxitos de "Cadena 100"y escuché decenas de veces los programas de Manrique, Guzmán o Santi Alcanda -lo que es la vida, dos de ellos ya me han entrevistado-.

Hace unos cuántos años, quizá diez, me inventé una aventura llamada "El rincón del Anacoreta" -grandes tiempos los de los sustantivos rimbombantes- y empecé a llevar mi propio programa en la radio local de Ujo, un pueblo emprendedor muy cerca de mi centro de gravedad. Con mi mejor amigo y su hermano cumplimos semanalmente, durante cierto tiempo, aquella violación de las ondas. Aquella radio cerró, los años pasaron, yo me hice menos joven y el periodismo furtivo pasó a mejor vida.

El caso es que este verano ese refugio de piratas volvió a emitir y, además, se abrió paso en la red. Me entrevistaron, volví a sentarme en aquella mesa y... regresaron las ganas. Me lo pensé, me comprometí y a partir de este martes éste que escribe comienza un magazine semanal en Radio Ujo, de 23:30 a 00:30. Podréis llamarme, escribirme, criticarme y recomendarme recetas. Yo estaré allí, con los cascos puestos pinchando canciones, leyendo versos, entrevistando amigos... En todo el mundo desde aquí. ¿El nombre? EL SERVILLETERO. ¿Cuál sino?

miércoles, 16 de febrero de 2011

No tenemos redaños...


(...) La solución isladensa a esa condena pronto se apartó de la ortodoxia. La Fiscalía abrió una investigación penal contra los banqueros responsables del colapso; algunos han huido del país y están en busca y captura por la Interpol. En 2009, el Gobierno tuvo que dimitir en bloque, acorralado por las protestas ciudadanas; fue el primero y casi el único en caer por la crisis (si excluimos a Túnez y Egipto). Después los islandeses forzaron un referéndum para bloquear el pago de la deuda de la banda y lo lograron: ganó el no con más del 90% de los votos. Y hace un par de mses, Islandia arrancó una ambiciosa reforma constitucional que, por primera vez en la historia del mundo, será fruto de un proceso de democracia directa, al margen de los partidos. La Asamblea Constituyente está formada por 31 ciudadanos corrientes, elegidos en las urnas entre 523 candidaturas que sólo necesitaban 30 formas para poder presentarse.
Hoy Islandia está creciendo. El año que viene, su presupuesto público estará en superavit; su situación económica es bastante mejor que la de otros países igualmente desarbolados, como Grecia o Irlanda. ¿El secreto? Algo revolucionario, aunque se suponía que era una de las reglas esenciales del capitalismo: Islandia se negó a socializar las pérdidas y dejó que la banca irresponsable simplemente quebrase

IGNACIO ESCOLAR, La revolución de Islandia. www.escolar.net

¿Por qué no lo hacemos aquí? Seguramente, porque no estamos preparados. No tenemos redaños...

miércoles, 2 de febrero de 2011

Aunque duela



(...) El espectador de hoy, mientras ve una película en su ordenador, come, twitea, contesta correos, cuelga comentarios en los muros de los amigos. Así son las cosas. La relación entre lo visible y lo invisible se ha modificado. La noche artificial en la que te sumerge una película vista en una sala no tiene ya el carácter sacro que tenía para muchas generaciones de espectadores.

Esa banalización del disfrute, unida a la asombrosa ceguera de avestruz de los canales de distribución que, si viven en el mismo planeta que los espectadores lo disimulan muy bien, hace que el acto de descargar una cinta no cree ningún problema en los internautas. (...)

Las películas ya no modelan nuestros puntos de vista sobre el amor, la política, la historia, las relaciones: han dejado de ser fundamentales. Ignorar esta disminución de la influencia del cine en la vida es algo que los cineastas no podemos permitirnos ignorar. La nostalgia, aunque inevitable, es un error (Simone Signoret dixit) que puede costarnos la supervivencia.

Es nuestro deber saber (o intentarlo al menos) dónde estamos y avanzar, aunque sea a ciegas y con multitud de traspiés, hacia algo que no conocemos aún, pero que nos va a llevar muy lejos de la zona de confort donde estamos instalados. Arriesgar, experimentar, explorar lo desconocido, poner lo mejor de nosotros en lo que hacemos sin tener el ojo puesto en la taquilla, el prestigio o nuestra propia vanidad es el único camino posible que se me ocurre. (...)

El cine, gracias a las nuevas tecnologías, afortunadamente ya no es el tren eléctrico más caro del mundo, como decía Orson Welles. Otra cosa es que los que quieren hacer cine quizás lo que en realidad quieren es un instante de esplendor en la alfombra roja. Algo pasajero, burbujeante, efímero, banal. Y si me preguntan, muy muy aburrido. Son cosas diferentes y, a menudo, contradictorias.

Las rencillas de patio de colegio que tienen un eco, a mi modo de ver completamente sobredimensionado, en las páginas de los periódicos estos últimos tiempos y que tienen por protagonistas a miembros de la Academia, son una pintoresca cortina de humo que oculta los temas que he señalado antes: la pérdida de peso del sector cinematográfico en el concierto de la cultura, el abismo entre quiénes somos y lo que representamos, la incomprensible confusión entre instituciones y personas.

(...)

¿Estos espectadores que han dejado de ir al cine son los que se bajan las películas en la Red o se las compran a los chinos que venden por los bares (que cada vez se ven menos)? Yo creo que no. La gente deja de ir al cine por múltiples razones: porque pierden el hábito, porque no hay nada en la cartelera que les motive, porque prefieren gastarse 100 euros en una entrada de fútbol, porque se enganchan a las series de HBO, porque tienen niños y sale por un pico el cine y las horas de canguro o porque, simplemente, pasan: no es algo importante en sus vidas, lo arrinconan hasta el olvido.

¿Es posible recuperarlos? No lo sé. Lo único que sé es que en este momento en que nos encontramos, más que nunca, el deber de un cineasta es construir un punto de vista sobre la realidad (y en eso incluyo a cualquier tipo de cineasta, desde el más oscuro y minoritario al más comercial), saber dónde está, empaparse de las cosas que pasan (aunque luego haga una película de zombis en el espacio) y empeñarse en ser lo más libre que pueda.Aunque duela. Aunque te pongan a parir. Aunque dé vértigo. Porque aunque el cine haya muerto, los cineastas vamos a seguir bailando. Es el único favor que podemos ofrecer a los espectadores. Ojalá aún estén dispuestos a bailar con nosotros.

Si estás muerto, ¿por qué bailas?, ISABEL COIXET. El País, 2/02/2011

Podéis leer el artículo completo aquí. Podría matizarse mucho pero me parece altamente recomendable.